Fortificación significado bíblico
Definición. El significado bíblico de fortificación, es fuerza material que se le otorga a un sitio cualquiera con la finalidad de que resista los ataques de los grupos enemigos. Se relaciona el término con el baluarte, una muralla reforzada de la antigüedad capaz de resguardar a los combatientes de cierto territorio.
La palabra fortificación también se emplea de manera figurativa en los casos que es necesario brindar vigor a las personas ante sus dificultades. Sin omitir, la energía para que alguien sobrevenga las adversidades y resista las amenazas de quienes buscan hacerle daño.
Fortificación de las ciudades
En los tiempos bíblicos existieron ciudades fortificadas por murallas, su propósito consistía en proteger a los miembros de las poblaciones ante las rebeliones externas o internas. Se trataba de una defensa adicional que les permitía sentirse más tranquilos en caso de que un enemigo pretendiera ir a atacarles.
La fortificación de las ciudades consistía entonces en proporcionar la defensa de los territorios en la guerra, aunque, permitía establecer el dominio de ciertas regiones. El origen del término es latín y designa la raíz fuerte y hacer. Su principal objetivo era ayudar a la gente a sobrevivir en un mundo que sufría invasiones constantes.
Es posible que la fortificación antigua también cumpliera un papel similar al de las guarniciones militares donde había torres de vigilancia. De tal modo, era factible estar al tanto de los caminos y pasos de los hombres que pretendían hacerles daño a los pobladores.
Relación con la columna de hierro en la Biblia
La fortificación de las ciudades tenía relación directa con las columnas de hierro de la antigüedad que servían para la defensa durante la guerra. A los fuertes se les solía catalogar por fortaleza a pesar de que su estructura era más reducida.
Fortificación espiritual
En la Biblia siempre salen a la luz metáforas como lo es el caso de la palabra fortificación que denota la batalla espiritual de los cristianos. Esto indica que las armas no son físicas y la armadura es la misma de Dios, quien invita a sus hijos a ceñirse con la verdad, la justicia y las palabras procedentes del evangelio de cristo.
En el proceso de fortificación el Señor nos invita a actuar con fe para apagar los dardos de fuego que Satanás pretende colocar sobre los hijos de Jehová. Por eso, debemos seguir el camino del espíritu santo que nos conduzca hacia la salvación eterna haciendo caso omiso de las tentaciones.