Creciente fértil significado bíblico

creciente fertil

Definición. El significado bíblico de creciente fértil, es región histórica que forma parte de los territorios de la antigua Mesopotamia y el levante mediterráneo. Ocupó lugares relevantes como Jordania, Siria o Líbano.

Se dice que el creciente fértil en la Biblia tenía forma de media luna en su geografía. Allí surgieron diversos lugares que fueron cultivando sus sistemas de agricultura. A la vez, lo concerniente a la ganadería y otras actividades que eran bastante útiles a los seres humanos. Sus regiones contaban con ríos como el Nilo, Éufrates o el Tigris.

Arqueología en el creciente fértil

En el creciente fértil diversos investigadores recabaron a lo largo de los años restos de épocas antiguas donde se encontraron esqueletos, cuevas y culturas que por aquellos tiempos fueron relevantes. Es por eso, que la zona recibió el nombre de la cuna de la civilización.

Hay que tener en cuenta que el creciente fértil dio paso importante para que se desarrollasen cultivos, regadíos y producciones agrícolas. Las condiciones climáticas eran favorables al crecimiento de plantas y semillas comestibles. Sin dejar de lado, la aparición de las especies domesticadas como la vaca, cabra, caballo, cerdo o la oveja.

Descripción de la media luna fértil

Hay que acotar que el creciente fértil comprendió un vasto territorio integrado por barreras naturales que se caracterizaban por sus áridos desiertos y montañas. Una de sus regiones más preponderantes fue Mesopotamia, reconocida como la tierra de los dos ríos, los destacados Éufrates y Tigris.

Por su parte, el creciente fértil se integró por Palestina y Egipto como la tierra del Nilo. Algunos de estos lugares eran pequeños y su papel para la civilización tuvo que ver con otros aspectos geopolíticos.

El creciente fértil como cimiento de la civilización humana

El creciente fértil dio inicio a los cimientos de la evolución humana en cuanto a que sus regiones y ríos vieron aparecer reinados poderosos. A partir de tales eventos, surgieron nuevas formas de gobiernos organizados que se encargaron de unificar a sus metrópolis. Esto se favoreció gracias a las excelentes condiciones climáticas ideales para llevar a cabo los sistemas de riego.

Mesopotamia y Egipto proporcionaron indicios propicios al transporte, el que se desarrolló de la mano de diversos proyectos de construcción que enriquecieron la vida de los pobladores. Se fabricaron canales, diques y pequeños distritos en los que creció la civilización urbana. Además, la autoridad de los reinos controlaba las vías de comunicación que beneficiaban el comercio y los sistemas de intercambio en el creciente fértil.

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