Tracia significado bíblico

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Definición. El significado bíblico de Tracia, es vocablo que hace alusión a una región perteneciente a la Europa antigua. El término viene del latín Thracius, pero hasta la fecha no se conoce una traducción al español que sea exacta.

Por su parte, se sabe que Tracia se extendía desde Macedonia y colindaba con el Mar de Mármara y el Negro. A su vez, estaba cerca del Egeo y llegaba hacia los extremos del Danubio. Así pues, se trató de una región histórica de gran relevancia para la época.

No obstante, se dice que los límites de Tracia tendían a cambiar dependiendo de algunos períodos. A la par, ciertos estudiosos alegaron que tenía relación directa con la Península Balcánica y los territorios que se situaban al Nordeste de Grecia.

En cuanto a la descripción de Tracia, podemos destacar que contaba con vastas montañas y un amplio verdor en sus paisajes. De hecho, muy cerca se reconoció a Ródope porque le separaba de la zona búlgara y la griega.

Estilo de vida en Tracia

En términos generales, la historia de Tracia es bastante antigua. Se trató de una zona en la que vivieron diversas tribus guerreras.

A quienes pertenecían a ellas, se les reconocía con el calificativo de tracios. Estas personas se caracterizaban por ser tenaces en su carácter y por poseer mucha fuerza a la hora de entrar en batalla con sus enemigos.

En este sentido, los tracios se diferenciaban de manera considerable respecto a los macedonios. El motivo de ello, es que nunca internalizaron la cultura que dejaron los griegos. Es por eso, que siempre permanecieron aislados y no cambiaron sus costumbres.

Por tal razón, decidieron que los de Tracia eran sus enemigos y que no podrían vivir de la misma forma de ellos. A raíz de esto se les consideró como bárbaros y se les sometió a realizar trabajos forzosos.

Entre los más comunes sobresalía adentrarse en las minas con el fin de recolectar bienes preciosos. Tales como lo eran el oro y la plata.

Crecimiento de Tracia

Es importante señalar que esta región tan antigua contó con el reinado de un cacique llamado Sitalces. Sin embargo, después de su muerte el territorio volvió a dividirse.

Más adelante, se le anexó al Imperio de los romanos y estuvo al mando de Claudio, un famoso emperador de la época.

Así pues, sus ciudades se desarrollaron y sus nombres también cambiaron. Se reconocen hoy a Sofía, Plovdiv y Edirne.

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