Hagaba significado bíblico

hagaba

Definición. El significado bíblico de Hagaba, es antepasado de una familia de servidores de la casa de Dios en tiempos de Esdras. Junto con Acub, participó en el servicio del templo del señor, por eso, fue de los que retornó del exilio babilónico.

Hagaba es un término de origen hebreo que significa saltamontes o langosta. Los únicos registros que se encuentran sobre él son aquellos que se nos legaron a través del libro de Nehemías. A sus hijos se les menciona junto con los de Lebana y los de Salmai.

Hagaba y los que retornaron con Zorobabel

La Biblia nos enseña que Esdras fue uno de los más leales servidores que tuvo el señor. Quizá por eso le encargó una misión muy importante. Se trató de que reuniese a los nobles y oficiales del pueblo para que se les empadronara de acuerdo a sus líneas genealógicas. Con ello, podrían volver a habitar en sus ciudades de origen.

El varón llamado Hagaba fue uno de los que subió al cautiverio porque así lo decretó Nabucodonosor, quien era el rey de Babilonia en ese momento. A pesar de que tuvieron que permanecer en el exilio durante mucho tiempo, Dios decidió que cada uno volvería a Jerusalén y a Judá, a sus tierras.

Los que iban junto con la presencia de Zorobabel y que retornaron fueron muchos, conviene citar a Jesúa, Nejemías, Azarías, Mardoqueo, Hagaba, entre otros. También, había el grupo de los sacerdotes, levitas, cantores y porteros.

¿A qué clan pertenecía Hagaba?

Dentro de esa larga lista de nombres que se registra en el libro de Nehemías, aparece Hagaba como uno de los sirvientes del templo. Se dice que así les designó David y los príncipes del pueblo, para que estuviesen a la plena disposición de los levitas.

Se contó a Hagaba junto con doscientos veinte sirvientes del templo, a cada uno se le designó al servicio por su nombre. Y regresaron los descendientes de hombres como Ziha, Hasufa o Tabaot que volvieron a sus ciudades de orígenes.

Al lado de Hagaba hicieron presencia los hijos de los siervos de Salomón, pero algunos no pudieron demostrar cuál era su linaje, tampoco la casa de sus padres o su genealogía. Y el número de toda la congregación junta fue de cuarenta y dos mil trescientos sesenta.

También se tomaron en cuenta las posesiones de estas personas, por ejemplo, sus caballos, camellos, asnos y demás animales para el servicio.

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