Magistrado significado bíblico
Definición. El significado bíblico de magistrado es, funcionario público que administraba la justicia de los pueblos. Desde la época de los babilonios había personas que ejercían estos cargos. Por lo general, esos hombres los nombraba el rey de la nación donde vivían.
¿Qué participación importante tuvieron los magistrados en los días de Daniel?
Cuando los israelitas los exiliaron a Babilonia, el rey ordenó que se escogiera a los mejores jóvenes para que le sirvieran. A estos se les enseñó las costumbres y la cultura del país. En este grupo se encontraba Daniel y sus amigos, quienes destacaron entre todos los demás.
En cuanto a Daniel, se le asignó a la corte del rey y a sus tres compañeros les encargaron la administración de la provincia de Babilonia. Al pasar un tiempo, Nabucodonosor decidió hacer una estatua de oro de sí mismo. El día de la inauguración ordenó que todos los que tenían un cargo público debían estar presentes para un acto de adoración. Esto incluía a los magistrados y a Sadrac, Mesac y Abednego.
Aunque eso representaba un hecho de rebeldía y desobediencia al rey, ellos se mantuvieron fieles a su adoración. Esto trajo como consecuencia, que fueran enviados al horno ardiente de fuego. Sin embargo, el creador mandó un ángel para salvarlos. Con esto se les demostró a todos que no hay Dios como Jehová.
¿Por qué los magistrados condenaron a Pablo?
En el gobierno romano, se acostumbraba que las colonias tuvieran una administración compuesta por magistrados civiles. Este grupo podía ser de tres o doce miembros y tenían la responsabilidad de mantener el orden, controlar las finanzas, investigar y juzgar a los que violaban la ley y determinaban los castigos.
Eran una figura tan importante, que en ocasiones se le colocaba sus nombres a las monedas de las ciudades que administraban. Ellos tenían bajo su cargo a otros individuos que les ayudaban a cumplir su trabajo. Cuando Pablo se encontraba en uno de sus viajes misionales, los habitantes de Filipos los acusaron de perturbar la paz del lugar. Así que los llevaron delante del magistrado.
Este grupo no se tomó la molestia de juzgarlos, sino que los mandaron al cepo. Esa noche Jehová hizo que ocurriera un terremoto y las puertas de la celda quedaron abiertas. Pablo y Silas no escaparon de la prisión. Al día siguiente, cuando unos soldados fueron a liberarlos, ellos solicitaron que fuesen los mismos magistrados que los soltasen.