Bene-berac significado bíblico

bene berac

Definición. El significado bíblico de Bene-berac, es una de las ciudades que se le otorgó en posesión a los de Dan en la repartición de las tierras. La traducción de este vocablo quiere decir hijos del relámpago.

En la actualidad, se identifica a Bene-berac con Ibnibrâq. De su ubicación sólo sabemos que está a escasos kilómetros del noroeste de la ciudad de Jafa.

Bene-berac y las suertes en Israel

Bene-berac fue una de las locaciones que se entregó a los hijos del señor el día que se realizaron las heredades por suertes. Vemos la repartición para los de la tribu de Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan.

De los hermanos de Simeón, recibieron una heredad que se posicionó en medio de las tierras de los hijos de Judá. En este sentido, les tocó convivir con ellos sin mayor inconveniente porque sus territorios eran bastante vastos.

La ciudad de Bene-berac la encontramos en la séptima suerte que le tocó al clan de los Danitas conforme a sus familias. El límite de su posesión iba desde Zora, hasta Esraol e Ir-semes.

Otros territorios que se mencionan con Bene-berac

Si bien la tierra de Bene-berac era grande, a los de Dan les faltó territorio para convivir con sus mujeres, hijos y nietos. Este es el motivo por el que tomaron la decisión de subir y combatir contra Lesem. Ellos pelearon y le hirieron a filo de espada.

Después de la contienda, los danitas se quedaron con esta ciudad en la cual comenzaron a habitar con sus parientes. Y le colocaron el nombre de Dan en honor a su padre y líder principal. De este modo se establecieron los territorios como Bene-berac y otros que integraron parte fundamental de sus heredades.

Debemos acotar que luego de la repartición de las tierras a manos de Eleazar y Josué, los hebreos se sintieron muy contentos. Cada uno se dedicó a la elaboración del tabernáculo de reunión, en el cual se congregarían para rendir actos sagrados al señor.

Enseñanzas de las santas escrituras sobre Bene-berac

Del episodio de Bene-berac podemos aprender muchas cosas. Quizá la principal de ellas es la confianza puesta en la voluntad del Padre Celestial. Los israelitas estaban seguros de que el señor les entregaría en sus manos las tierras que le prometió a sus antecesores.

Este último capítulo describe la repartición de estos territorios para las tribus que tenían pendientes poseer su heredad. Si bien es cierto, las personas pudieron sentirse frustradas o angustiadas, pero la recompensa no tardaría en llegar.

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