Salteador significado bíblico

salteador

Definición. El significado bíblico de salteador es aquella persona que retiene de alguien lo que por vía legal le pertenece. Este término se utiliza en las santas escrituras, por lo general en plural (salteadores). También se relaciona con el robo y hurto, prácticas que se han llevado a cabo desde los inicios de la humanidad.

Vídeo sobre el significado bíblico de Salteador

¿Cuáles son las tácticas de un salteador?

Hay tres maneras en las que un salteador consigue sus objetivos. La primera es valiéndose de la violencia. Esto se da cuando se ubican en una zona poco transitada, amparados por la oscuridad de la noche y esperaban a que pasara una víctima. Como era casi imposible que pudieran pedir ayuda, los ladrones los amenazaban usando la fuerza o un arma para poner su vida en peligro.

La segunda es aprovechando el descuido de las personas. Ellos rastreaban una zona, hasta encontrar una casa que tuviera una ventana abierta. Con mucho cuidado, entraban al lugar y sustraían todos los objetos valiosos que había en el hogar. Lograban escapar en la mayoría de los casos, sin ser escuchados.

La tercera táctica de un salteador era el engaño. Estos podían comerciar un producto y utilizar una balanza para la venta y una en la compra. Así manipulaban el peso de la misma a su favor, robándoles a sus clientes o distribuidores. Otra manera, era cuando se apoderaban de las pertenencias de otros mediante falsos negocios.

¿Cómo un israelita se podía convertir en un salteador?

En la época del profeta Malaquías, algunos miembros del pueblo estaban robando a Dios. Esto era posible, porque a ellos se les había ordenado dar el diezmo de sus cosechas y animales como parte de sus ofrendas.

Estos artículos o seres vivos debían ser la primicia y los mejores ejemplares. Sin embargo, había quienes llevaban animales cojos, ciegos o frutos que no estaban en óptimas condiciones. Por eso, Jehová considero que lo estafaban como lo hace un salteador.

Por otro lado, cuando Jesús estuvo en la tierra, pasó por la casa de su padre y vio a unos mercaderes, comerciando en este lugar santo. Vendían animales para los que no llevaban ofrendas. Además, el precio sobrepasaba el costo real. La indignación que esto le causó, lo motivó a tirar las mesas, darles latigazos a las bestias y correr a los autores de este pecado.

También un hijo podía ser un salteador, si no les ayudaba a sus padres a cubrir sus necesidades físicas, afectivas y económicas. Algunos se escudaban con el argumento de que no tenían como hacerlo, pero esto no era lo que estipulaba la ley.

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