Arado significado bíblico

arado

Definición. El significado bíblico de arado es elemento de agricultura, utilizado desde la antigüedad, al principio era de suelo y se arreglaba para la siembra.

Instrumento de cultivo que, se mueve por la fortaleza de un animal o por medio de maquinaria. En Textos Sagrados se menciona que la agricultura es una actividad cotidiana entre los israelitas, el arado y sus elementos como la reja y la aguijada.

Vídeo sobre el significado bíblico de Arado

Los campesinos con pocos recursos no tenían la posibilidad al inicio de poseer un arado con refuerzo de fierro. No obstante, para los tiempos de David ya se nombran un empleo más común del hierro en relación con el cultivo.

La ejecución de arar se usa de forma metafórica de intenso pesar (Salmo 129:3). Es evidente que se trata de una citación profética del convenio que el hijo del Señor padeció en la tierra.

En el arado no se debe voltear hacia atrás

Jesucristo manifestó: 'Ninguno que coloque su mano en el arado, observa hacia atrás, es capaz para el territorio del Todo Poderoso'. Lucas 9:62. Este pasaje de los Textos Sagrados, define de forma clara, gracias a los detalles, el real significado:

El arado. Se encarga de arreglar el terreno, se elaboraba de una rama de árbol con estructura de horquilla, amarrado por un yugo en una parte y por una reja aferrada a una chapa de hierro en el otro extremo. Era jalado por una yunta de vacas o burros o por un par de bueyes, encaminado por el labrador.

Para que el trabajo se ejerciera de forma exitosa, el agricultor debía andar en línea recta sobre la tierra. No obstante, ¿Cómo es posible ir en línea recta hacia el frente, mientras se observa hacia atrás?. No es posible, puesto que el individuo requiere mantener enfocado en lo que hace. No debe visualizar hacia otra dirección, ya que correría el riesgo de escapar de la línea.

Cuando Jesucristo menciona ese ejemplo, Él, se imagina a algún individuo arando el suelo y observando hacia atrás, sin abandonar el arado. Por ello, se comprende que se dirige a los que ejercen la Obra del Todo Poderoso con desinterés, despreciando su valor.

El arado, que regresó a su memoria de ese tiempo, como el resultado artesanal jalado por bueyes, los cuales se conducían por varones atentos y centrados, con el propósito de arrojar la semilla y conservar la plantación alineada.

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