Aguas significado bíblico

aguas

Definición. El significado bíblico de aguas muchas veces se toma como ilustración y en sentido alegórico. A los individuos, en específico a las multitudes convulsivas y separadas de Jehová, se les compara a aguas. Se expresa que Babilonia la Grande se establece 'encima de varios embalses', puntualizando a su autoridad mundial. En la visión de Juan acerca de esta gran ramera se expone que estos líquidos 'simbolizan poblaciones, gentíos, países y lenguajes'.

Vídeo sobre el significado bíblico de Aguas

Este medio indispensable para la vida se usa en el Salmo 144:7, 8 como un emblema de potencia demoledora. En cambio, en Jeremías 47:2 representa una fuerza militar. En el tabernáculo, de modo simbólico, esta sustancia se adoptó para la limpieza física. Al colocarse el sacerdocio, se enjuagó con agua a los clérigos y, de forma metafórica, se roció sobre los levitas de 'aguas lavadora de pecado'.

Aguas portadoras de vida

El señor Soberano es el 'oasis de aguas vivas'. Las personas solo pueden tener vida eterna de Dios y a través de Cristo, el Mediador Principal de la misma. En un momento, el Mesías habló con una samaritana que se encontraba al lado de un charco, junto de Sicar. Este le dijo que el agua que él proporcionaría se convertiría en quien la probara, en ‘una fuente de agua que nacería para impartir vida eterna’.

El evangelista Juan apunta su visión de 'un nuevo cielo y una actual tierra', en la que observó destilar desde la sede del creador un 'río de aguas de vida'. Por las dos partes de este, se hallaban árboles que engendraban fruto, y sus hojas se manejaban para la recuperación de las poblaciones.

Al concluir la representación, el Señor le dijo a Juan la razón de la revelación a través del ángel. Los creyentes ampliarían esta invitación a los que tengan sed. Así, van a comenzar a beber de los suministros divinos con el objetivo de lograr la vida eterna mediante el Cordero.

El agua, una alimentación de la palabra implantada

El apóstol Pablo aplicó una imagen distinta cuando documentó a la hermandad de Corinto, al equiparar la obra del servicio cristiano a la de un agricultor. Indicó que esté en primer lugar planta la semilla, la humedece y la labra. Con el tiempo, espera que Jehová la haga prosperar hasta lograr la madurez.

Este fiel creyente llevó las buenas noticias del Reino a Corinto, enterrando así la semilla en el 'terreno' corintio. Luego llegó Apolos, quien con su instrucción sustentó y plantó la simiente que se había sembrado, pero fue el Todopoderoso el que causó el incremento con su espíritu.

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