Deseo significado bíblico

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Definición. El significado bíblico de deseo es la acción de desear, querer con mucha intensidad algo. Proviene del latín 'desidium', que quiere decir 'anhelar, apetecer, aspirar, ansiar'. El término insinúa el impulso de ambicionar una cosa, sea tangible o intangible.

Vídeo sobre el significado bíblico de Deseo

Desear se refiere a la necesidad de satisfacer una voluntad o deleitarse. Las personas pueden querer objetos materiales, visibles y palpables. También poseen un deseo sentimental abstracto, por ejemplo, el que estimula la atracción sexual o emocional hacia otros individuos.

El deseo se origina por distintas razones, algunas veces la memoria evoca situaciones agradables, entonces se provoca por el recuerdo. Si el anhelo es muy fuerte y no se compensa, se forma la nostalgia. Es por ello que cuando este impulso aparece, las personas buscan el modo de suplirlo.

Es natural que los seres humanos se inspiren gracias a sus ambiciones, pues los conduce a trabajar de manera activa y lograr lo que quieren. Los hombres cuentan con razón y ética para reflexionar sobre los deseos que dirigen su conducta. Es decir, son capaces de comprender lo que es correcto y lo que suple su voluntad aunque sea errado.

El deseo según la Biblia

En el Antiguo y Nuevo Testamento esta palabra se usa de varias maneras para describir distintos contextos. Exponen muchos sinónimos que se refieren al deseo, que van más allá de solo exigir algo. Es por eso que la postura de las sagradas escrituras refleja de manera clara su posición en cuanto a este tema.

De acuerdo a la Biblia, es fácil para un sujeto puede convertir su anhelo en avaricia, codicia y soberbia. Tales conductas son señaladas como pecados graves, que arrastran a otros, por ejemplo, la envidia, los celos o el rencor. Si una intención no se examina desde la consciencia, puede convertirse en motor de daño.

Para los hebreos el deseo se traducía a 'alma', la esencia ser que forma parte del 'yo'. Si el espíritu se veía envuelto en tentaciones perversas, pecaba de ‘concupiscencia’. El mandamiento número diez en la ley de Dios se refiere a esta manera de codiciar. Si una persona se deja llevar por tales ansias, pone en peligro a los que están a su alrededor.

Algo que incita el deseo inmoral es el dinero y la lujuria ilícita, si se sacian, consumen a la bondad del espíritu. Por otra parte, cuando lo que se desea es a Dios y sus cualidades, el alma se nutre y se convierte en templo de la justicia divina.

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